Vid Juvenil

ROMANOS 5:10

“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo”

Cada 16 del mes de enero, en nuestro país (con el ímpetu del año nuevo) se hace remembranza del “espíritu de los Acuerdos de Paz”; el cual puso fin a más de una década de conflicto armado entre la guerrilla, el ejército y los grupos paramilitares. Recientemente en conmemoración a esa fecha, se inauguró El Monumento a la Reconciliación, cuya figura principal es una esbelta mujer que sólo deja ver la parte superior del tronco y la cabeza; al frente de ésta (en menor tamaño), una mujer y un hombre hombro a hombro, alzan su mirada a un grupo de aves en pleno vuelo.

Si bien son representaciones artísticas para expresar con cierta profundidad el significado del concepto que nos ocupa (la reconciliación), es importante señalar que para los cristianos el término es vital en el diario vivir.

Nuestra condición pecaminosa nos separa de la presencia de Dios y nos vuelve en enemistad con Él, ciertamente no existe obra humana que revierta dicha situación. Romanos 5:10 claramente nos enseña que fuimos reconciliados con la muerte de su hijo… Lo cual nos depara, como consecuencia de ello, la salvación de nuestras almas.

Una reconciliación con Dios, es decir, hacer las paces con el Creador, es un acto más importante y que debe preceder a la reconstrucción del tejido político, económico y social. Se trata de recomponer el aspecto espiritual del salvadoreño, el cual ha sido violento y reprimido desde la colonia.

Estamos totalmente seguros que la teocracia es el sistema de gobierno pertinente para nuestro país, cuya constitución debería ser guiada por las Sagradas Escrituras. No existen fórmulas mágicas, ni recomendaciones de instituciones internacionales que valgan más. Necesitamos que todos nos volquemos a buscar el rostro de Dios, desde nuestros gobernantes hasta el núcleo familiar.

El Salvador requiere urgentemente volver a los ideales que dieron vida a la entonces incipiente República, donde DIOS, LA UNIÓN Y LA LIBERTAD impregnen de un color de esperanza el futuro de la patria salvadoreña.